jueves, 21 de noviembre de 2013

ETERNIDAD

                      ETERNIDAD

     
PRÓLOGO
             
              “Esperada elegida,
                de poder codiciado e inigualable belleza.
    Más poderosa que los poderosos,
    más maldita que los malditos,
    más infeliz que los infelices…
    Entonará un cantar maldito,
    y suplicará a los dioses.
   Sera traicionada por aquellos en los que confía,
    y ayudada por aquellos a los que desprecia.
   Su Clan, oscuro y poderoso,
   invocador de la muerte
   y desconocido para ella.
  Un destino marcado por la muerte…”





                                                               Voces  del viento
                                                               Profecía del  maldito                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                 



 CAPITULO 1


  Miro por la ventana. La lluvia se estrella fuertemente contra esta. El viento susurra, con voz fantasmal, palabras incomprensibles. Un rayo surca el cielo; todo mi cuerpo se tensa y un amargo escalofrió me recorre entera.
  Enciendo una vela y cojo un libro de encima de mi mesilla de noche. Sé que leer no me ayudará a dormir, al contrario, pero me hará olvidar esta horrible sensación aunque  solo sea por un rato.





CAPÍTULO 2

  Aún me siento nerviosa por la sensación de anoche y, por eso,  por más que intento concentrarme, no lo consigo.
        -      Date prisa  - Elizabeth me está mirando desde la puerta y susurra nerviosa. Al  ver que no reacciono se acerca y me pellizca.  
        -      ¿Te quieres dar prisa?   - dice enfadada.
        -      Oye, podrías hacer tu algo, que ha  sido idea tuya  - digo mientras me froto el brazo y frunzo el ceño. A veces no puedo creer la cara que tiene.
        -      Ya, Dana, pero si te pillan a ti no pasa nada.  - dice mientras sonríe y vuelve a asomarse por la rendija de la puerta para asegurarse de que no viene nadie.
        -      Sí, nada menos que una encantadora  semana de castigo fregando suelos. No hay                 que olvidar  la bronca que me echara Erina  -  digo mientras pongo los ojos en blanco.
  Erina es la jefa del servicio. Por lo general es encantadora, pero cuando se enfada puede ser muy cabrona y tener demasiada imaginación. Normalmente cuando me castiga, me suele mandar a encargarme de la limpieza, comodidad y bienestar del príncipe Eric y sus aposentos, persona a la que yo odio profundamente. Ella lo sabe, aunque está empeñada en que hacemos una buena pareja y me tortura con ello cada vez que me castiga. El sentimiento de odio entre Eric y yo es mutuo, asique esa semana me toca trabajar el doble para complacer al principito y él se lo pasa de lo lindo. No le puedo explicar a Elizabeth todo esto porque ella también está empeñada en emparejarme con su hermano, cosa imposible por diversas y notorias razones, y se aseguraría de que me castigaran normalmente además de idear planes malvados con Erina. Asique me limito a decirla que me toca fregar suelos y evito problemas.  Y bueno, os preguntareis, ¿Cómo es el encantador príncipe Eric, con quien estas dos intentan emparejarme? Es el típico miss perfecto.  Es guapísimo, esta buenísimo y es bueno en todo lo que hace; bueno, más que bueno es que todo lo hace perfecto.  Alto, moreno, de ojos verdes, atlético, caballeroso…resumiendo, el típico sueño de toda mujer por lo que parece a excepción del mío. Para mí es un hipócrita borde que no valora lo que tiene y todas sus fans unas idiotas descerebradas que solo  valoran el físico. Seguramente si yo cogiera una estúpida espadita o hiciera cualquier cosa “típica” de los hombres las haría mejor que ellos, pero aquí lo que piense una mujer importa una mierda… Dejémoslo que me voy del tema, es un autentico capullo y lo demuestran la cantidad de callos, rozaduras y cicatrices que se me han quedado de tener que limpiar por su culpa.
       -      Venga no te quejes  -  dice Elizabeth - seguro que no es tan duro…
  Pongo cara de “a que te doy” mientras intento refrenar mis instintos asesinos.
        -      Claro, es verdad, no se puede comparar con el horrendo castigo que recibirá nuestra pobre princesita. Tendrá que aguantar una pequeña charla de su padre sobre su inapropiada conducta y  se librará en pocos minutos de todo castigo – digo sarcásticamente.
       -      No tiene gracia, tendré leerme por enésima vez el puñetero libro de leyes y normas de la realeza. No sabes lo horrendo y aburrido que eso- dice enfurruñada.
       -      Venga no llores  -  digo vacilándola y riéndome a la vez.
  Me saca el dedo mientras se hace la indignada. Menudo tesoro de princesa.
       -      Guárdate el teatro para luego, que o nos vamos ya o nos va a caer una buena.
  Salimos rápidamente de la habitación y nos dirigimos al bosque.
                                                        
  Cuando llegamos al bosque, cosa que no tardados mucho ya que estábamos cerca de la puerta trasera, no podemos parar de reír. El pobre infeliz que entre en aquella habitación se va a llevar un buen susto.
  Caminamos hacia el interior del bosque cuando oímos un ruido, alguien nos está siguiendo. Nos damos la vuelta sigilosamente y de unos matorrales aparecen dos cabecitas. Son Zendala y Jonathan, los hermanos mellizos pequeños de Elizabeth.
  Jonathan es un muchacho soñador, valiente y divertido que,  aunque solo tiene  12 años,  ya es todo un experto con la espada. Nadie puede ganarle con ella a excepción de su hermano mayor Eric, pero ese es miss perfecto. Zendala es una  muchacha sonriente, de carácter risueño y alborotador, que odia los modales. Según ella son solo cursiladas a las que tienen sometidas a las mujeres.  Los dos son encantadores y muy revoltosos, y vuelven loca a su institutriz.
  Los dos hermanos se nos acercan.
       -      Hola Dana  - dice Zendala, parece desganada y triste, me pregunto que habrá pasado. Jonathan me saluda con un gesto de cabeza.  Ese odioso gesto lo ha sacado de su hermano, a quien esos dos enanos adoran, pero que a mí me pone de los nervios.
       -      Eli, tienes que venir a casa.  -  dice Zendala, cada vez parece más nerviosa.
  Elizabeth mira extrañada a su hermana.
       -      Papa me dijo ayer que me reuniera con él a las tres, ¿ha pasado algo?
       -      Son las tres y media  - dice Zendala con una sonrisa triste.
       -      ¿QUEEEEEEEEEEEEEEEE?  - gritamos Elizabeth y yo a unísono.
       -      Oh dios mío llego súper tarde, mi madre me va a matar…, Eli luego nos vemos y me cuentas que tal. Adiós enanos  -  digo guiñándoles un ojo mientras corro hacia casa. Intento no darle importancia al estado de Zendala, aunque estoy preocupada.
  Caminaba rápido pensando cómo explicarle a mamá mi notario retraso, cuando choco con una persona que no he visto. ¡Estoy en Babia!
   Mientras ayudo a la señora Doufel  a ponerse en pie, ella me mira tristemente.
       -      Deberías irte a casa cielo  -  dice.
  Voy a preguntarle qué pasa, cuando oigo a la gente gritar e insultar a alguien en la plaza principal. ¡Iban a quemar a una mujer acusada de brujería! Eso es algo no ocurre desde hace años. El pánico va apoderándose de mí, solo hay una bruja en todo el pueblo. Corro hacia la plaza y mis temores se hacen realidad. Me quedo helada. Se lo que está pasando, lo veo, pero no lo asimilo. ¡Van a quemar a mi madre! Pero eso no puede ser, mi madre no ha hecho nada, nunca ha hecho nada…
  Los ojos se me llenan de lágrimas y salgo corriendo hacia ella. Estoy a punto de llegar al estrato cuando dos guardias me apresan.
       -      ¿Se puede saber qué coño pasa?  -  grito  -  Ella nunca ha hecho nada, ¡nunca!  - las lagrimas surcan mis mejillas. Estoy furiosa, mucho más de lo que lo he estado nunca.
  Los guaridas se miran, dudan si decírmelo o no.
       -      ¡Decírmelo! tengo derecho a saberlo... joder, soltadme ¡SOLTADME!  - los guardiasme agarran con más fuerza. Ilusos, sino quieren soltarme peor para ellos. Lo pagarán con la vida. Estoy a punto de chamuscarlos como están haciendo ellos con mi madre, cuando alguien me golpea en la espalda.
      -      Soltadla  -  dice Eric. Los guardias obedecen al instante. Se han librado por los pelo. Eric tira fuertemente de mí hacia un callejón lejos de la multitud aunque yo intento resistirme, pero claro aquí el fuerte es el no yo. Ya me daba a mí que no era un acto caballeroso, seguramente me echará alguna charla.
       -      ¿Se puede saber qué coño te crees que haces? ¿Quieres ir de cabeza tú también a la hoguera? -  me grita frustrado. Vaya si que estaba estresado, nunca le había oído decir una palabrota. Eso habría sido muy divertido de no ser porque estaban quemando a mi madre en la hoguera.
        -     Perdona ¿Se puede saber qué coño ha hecho mi madre para estar en la hoguera? ¿Qué ha hecho? ¿Sus majestades se han cansado de ella y han decidido matarla? ¿Dónde están tus padres?, ¿dónde están tus puñeteros padres Eric? ¿La mandan a la hoguera y luego no tienen el valor para venir?  -  en sus ojos puedo ver rabia. Seguramente si hubiera sido un tío me habría pegado, pero por lo que parece es encantadoramente caballeroso hasta cuando se enfada y nunca pegaría a una chica. JA, peor para él.
       -      Mis padres están muertos, han sido asesinados.
       -      ¿Qué? – Me siento mal por todo lo que he dicho, pero hay otra cosa que me angustia más que eso, ¿qué coño tenía que ver con mi madre? Lentamente caigo… no… era imposible… ella no haría daño ni a una mosca… Le interrogo con la mirada, no podía creerlo, necesito oírlo de sus labios.
       -      Alguien entro ayer por la noche en el palacio. Dana utilizaron magia, les mataron con magia…y solo hay una bruja en el pueblo. Además vieron a tu madre entrar a palacio ayer por la noche - la voz se le quiebra. Lentamente recupera la compostura y su voz vuelva a ser fría y monótona como siempre - Seré coronado rey mañana por la mañana. Hasta entonces el Consejo toma las decisiones. No han dicho nada de ti, no tienes cargos. Te protegeré.
Empiezo a llorar desesperadamente. Eric se acerca y me acaricia la mejilla.
       -      Pero… pero… mi madre… nunca haría algo así. Tienes que creerme… Eric por favor… ayúdala…  -  sollozo desesperada.
Suelta aire lentamente. Nunca le había visto tan frustrado ni desesperado. Nunca había mostrado tanto sus emociones como ahora.
       -    Dana… lo siento. Si fuera rey sería diferente… habría un juicio… sabes que yo no permitiría esto… - su voz suena rota. Más que intentar convencerme a mí de ello, se está intentando convencer a sí mismo.
Aparto su mano de mi mejilla de un manotazo.
       -      Pero no lo eres…  - le corto fríamente y salgo corriendo. Sé que no estoy siendo justa con él, pero no quiero oír nada más… Solo quiero salvar a mi madre.
  Cuando llego a la plaza ya es demasiado tarde. Mi madre está atada en un palo, en el centro de la plaza, quemándose.
       -      Cuidad de ella, por favor…  -  dice antes de morir.
  Me desplomo en el suelo, sollozando. La desesperación va dejando paso a la rabia y el odio. Mi madre siempre había querido el bienestar del pueblo y, vale, era una bruja, pero ella no mataba ni a una mosca. Solo ayudaba, sonreía y regalaba piruletas a los niños tras curarles  por lo valientes que habían sido. Solo era la mejor madre del mundo, y ellos me la habían arrebatado injustamente.
  Al cesar las llamas, corro hacia los restos de mi madre y veo un ligero resplandor medio enterrado entre las cenizas. Es su precioso anillo medio chamuscado. Rápidamente lo cojo. En mi mente sólo hay una palabra: “venganza”. Tengo ganas de chamuscarlos a todos con un rayo, e intento hacerlo, pero de mi boca empiezan a brotan palabras y mas palabras sin sentido, que acaban convirtiéndose en un cantar maldito. Lentamente empiezo a convocar a los elementos, a la muerte y a la tragedia. Mis pies se despegan del suelo, mi cabello flota detrás de mí y mis ojos se oscurecen. Me siento genial, llena de adrenalina.
             
              “Eterno invierno,  campos sin vida…
 La luna llena, una derrama de sangre…
 Un aullido, la sentencia de un ganado…
Un descuido, la muerte.
Un rey sin corona, un pueblo maldito…
Una maldición echada, de buen merecido.
Llorar y suplicar infelices,
Hoy muere vuestro destino...”


  Nadie se mueve. Todos están demasiado horrorizados. La verdad, me siento fatal y lo siento muchísimo por Elizabeth, es mi mejor amiga y no quiero hacerla daño; por sus hermanos pequeños y hasta por Eric, tendrá que gobernar en un pueblo maldito. Echare de menos a Erina, con sus manías, y a la señora Doufol, por preocuparse siempre por mí; pero nunca puede negarse el instinto de una bruja, si tu magia te dice que hay que hacer algo, hay que hacerlo. Tu magia solo actúa por su cuenta cuando sigue una profecía, y por lo que parece yo estaba involucrada en una… Respiro lentamente hasta que mi pulso vuelve a la normalidad y veo demasiado tarde una flecha que se dirige hacia mí. Rápidamente me teletransporto al bosque, aunque no lo suficientemente rápido y la fecha se clava en mi brazo dolorosamente.
                                                 …

  Corro lo más rápido que puedo.  Me agacho, esquivo matorrales, ramas… salto piedras, raíces y troncos caídos. Voy lo más rápido que puedo pero siento que no avanzo. El cansancio empieza a hacer mella en mí, me duele el pecho y me cuesta respirar. La herida me arde, recordándome que está ahí. Tropiezo con una raíz  y caigo al suelo. Intento levantarme pero mi cuerpo no responde. Está entumecido, dolorido y herido. Mi visión se nubla y me desmayo.
                                                                
       
  Potentes rayos de sol chocan contra mi cara. Poco a poco voy abriendo los ojos y un fuerte dolor de cabeza me azota. Recuerdo sobresaltada lo ocurrido e intento incorporarme rápidamente, pero un latigazo de dolor me hace caer de nuevo al suelo. Lentamente intento incorporarme de nuevo. Poco a poco lo voy consiguiendo, y al final me siento. Al intentar levantarme del todo me entran náuseas, asique decido sentarme y reflexionar sobre lo ocurrido. Veamos, han quemado a mi madre en la hoguera, mis instintos asesinos mágicos me han hecho echarle una maldición a mi pueblo y seguramente los aldeanos hallan quemado mi casa. Además, he quedado como una llorica histérica delante de Eric, aunque que él, por primera vez, ha estado bastante majo; y me han intentado matar con una fecha. Lo más gracioso de todo es que solo es poco más de medio día, ¿que pasara esta tarde?, ¿una manda de peluches asesinos? Viendo como ha empezado el día puede suceder cualquier cosa. Esto es una mierda, mi vida es una auténtica mierda. Necesito llegar a mi casa lo antes posible, bueno si sigue existiendo y llevármela de aquí. Todavía no sé muy bien cómo, pero juraría haber leído algo en un libro de hechizos de mi madre.
  Ahora si me incorporo del todo y veo estrellitas al intentar mover el brazo. Mejor lo dejamos quietecito. Lentamente rasgo la manga de mi vestido, la herida no tiene buena pinta y no para de sangrar. Cojo el trozo de tela que es desgarrado y lo utilizo como venda. Espero que sirva y aguante. Poco a poco voy recorriendo el sendero de camino al pueblo. Me paro al final de este. Para llegar a mi casa necesito atravesar todo el pueblo ya que esta se encuentra a las afueras. Va a ser complicado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario